Críticas al Índice Higg de Materiales

¿Qué puede y qué no puede medir el Índice Higg de Sostenibilidad de Materiales?

Publicado el 20 - agosto , 2020

El Índice Higg de Sostenibilidad de Materiales es una herramienta pensada para que marcas y diseñadores puedan evaluar los impactos ambientales de distintos materiales para conseguir producir productos más sostenibles.

Para hacer esto, el índice ubica en un ranking a los diferentes materiales en función de su «nivel de sostenibilidad» de manera que «facilita» la identificación de los materiales más sostenibles.

El índice se ha ido perfeccionando con el tiempo a medida que se ha incorporado más información al respecto de cada material. Con la mejora técnica del índice ha venido la popularidad en su uso dentro de las marcas pero tampoco se han hecho esperar las críticas al mismo.

Es bien conocida la mala valoración que reciben los materiales de origen natural en el índice frente a las altas valoraciones que tienen los materiales de origen sintético. Un ejemplo claro de ello es la alpaca que se puntúa como el segundo peor material en términos de impacto ambiental de toda la lista.

El lanzamiento de la nueva versión del índice (2020) ha traído consigo una renovada ola de críticas que desde la metodología utilizada hasta el propósito mismo del índice pasando por la calidad e imparcialidad de la data.

En este artículo te cuento algunos de estos cuestionamientos utilizando información existente sobre ACVs y las reflexiones que Veronica Bates Kassatly desarrolla en la edición 14 de julio de 2020 de Apparel Insider.

 

1. Análisis de Ciclo de Vida y Sostenibilidad no son sinónimos

Algunas de las críticas entonces se centran en el propio nombre del índice que induce a pensar que concentra toda la información necesaria para conseguir los objetivos internacionales de desearrollo sostenible.

El índice está basado en estudios de Análisis de Ciclo de Vida (ACV) desarrollados sobre los diferentes materiales.  Pero un ACV analiza únicamente algunos, no todos, de los aspectos ambientales y deja de lado los aspectos sociales.

Para tratar de definir el “nivel de sostenibilidad” de un material, es absolutamente necesario considerar el impacto socioeconómico sobre las empresas y trabajadores implicados en la cadena de valor.

Este punto es extremadamente importante ya que no podemos determinar si un método de producción es más sostenible que otro sin saber cómo impacta cada uno a la calidad de vida integral de las personas que intervienen en su producción.

Para ello, la evaluación podría complementarse con una evaluación de impacto social y económico para el que ya existen algunos métodos. Bates resalta aquí el Randomised Controlled Trial (RCT) u otro equivalente.

En este sentido, algunas de la preguntas a responder serían:

Al cambiar el método de producción, ¿los agricultores van a estar perdiendo dinero o participando en trabajos más riesgosos y peligrosos? ¿Se mejorarán sus ingresos, seguridad y medio ambiente? ¿Se reducirá, por ejemplo, la diarrea infantil, si cambiamos a fertilizantes artificiales? ¿O aumentará el riesgo de cáncer con el uso de sustancias químicas tóxicas?

Responder estas preguntas permitiría ahorrar millones de dólares en tratar de convertir agricultores a cultivos orgánicos o bien en buscar nuevos proveedores que utilizan métodos más «sostenibles» en función del impacto ambiental.

Veamos por ejemplo qué ocurre con el tema del algodón orgánico.  Se menciona el creciente número de agricultores que se han convertido a métodos de producción orgánicos, pero nadie habla de los beneficios sociales que esto tiene.

Un estudio de la Fundación de C&A  sobre los agricultores de algodón de Madhya Pradesh (Índia) muestra que los agricultores orgánicos tenían 1,6 veces más deuda que sus colegas convencionales y un ingreso neto más bajo.

Como resultado, alrededor del 30% de los 1200 agricultores orgánicos ya no producían algodón orgánico en el estudio de 2018, y éste concluyó que “Un área potencial para la investigación futura sería identificar las razones por las que los agricultores adoptan, pero luego abandonó el cultivo de algodón orgánico «.

 

2. Cradle to Gate vs Cradle to Cradle

El análisis que realiza el índice de sostenibilidad de materiales considera únicamente los impactos ambientales desde que se extraen o cultivan las materias primas y hasta la puerta de la fábrica (Análisis Cradle to Gate).

Pero la esencia del Análisis de Ciclo de Vida es que incluya el comportamiento de las fibras también en el proceso de producción de prendas, la fase de uso y la fase de desecho para poder aproximar mejor el impacto global y real de un producto.

¿Cómo afectan las fases de uso y desecho a la “sostenibilidad” de un material?

Se estima que las mayores cantidades de emisiones de CO2 en el ciclo de vida de una prenda ocurren en 3 etapas del ciclo de vida del producto: la fase de fabricación de los materiales, la fase de distribución (especialmente cuando es aéreo) y la fase de uso del producto cuando el consumidor, básicamente, la lava.

Entonces, no considerar el impacto de la fase de uso en una evaluación de “sostenibilidad” de un material, es extremadamente engañoso.

Tomemos por ejemplo el CO2 (que es solo una de las muchas variables que componen el ACV).

En el ciclo de vida de la prenda, el uso de energía y la emisión de CO2 es más alto en las fibras sintéticas que el de las fibras naturales durante la extracción inicial de fibra ya que se originan a partir de combustibles fósiles.

Sin embargo, la huella de carbono más baja de las fibras naturales durante la producción puede traspasarse negativamente a la fase de uso. ¿Por qué? porque el lavado y planchado de prendas hechas con fibras naturales requiere grandes cantidades de energía en comparación con los sintéticos.

Un punto parecido hace Bates frente a la valoración que hace el índice cuando compara la seda y el poliester.

Menciona que si, por ejemplo, una camisa de seda tiene un impacto de la cuna a la puerta de 200 y se usa 100 veces (por uno o más propietarios), esto significa que tiene un impacto por uso de 2.

Por su lado, una camisa de poliéster con un impacto de la cuna a la puerta de 20, usada 10 veces, también tiene un impacto por uso de 2.

Pero comparar el ACV de la cuna a la puerta puede ayudarte a inferir que la camisa de poliéster con un impacto inicial de 20, es 10 veces más sostenible que la camisa de seda con un impacto de producción de 200.

Esta es también de las grandes quejas de la industria de la lana.

El impacto ambiental de la producción de lana es más significativo en la fase de cadena de suministro pero, una vez adquirida por el usuario, es una fibra superior que dura bastante tiempo, requiere menos lavado y con frecuencia se reusa mucho, extendiendo  aún más la fase de uso.

Sin embargo, muchos estudios solo evalúan la primera parte de la cadena de suministro hasta la producción de fibra y excluyen la fase de uso y el final de la vida útil, lo que genera un análisis incompleto.

Por lo consiguiente, el hecho de considerar únicamente una parte del ciclo de vida del producto, puede inducir a las marcas a tomar malas decisiones. 

 

3. El ACV debe estar actualizado

Debemos tener en cuenta que los avances en eficiencia son extraordinarios y deben estar considerados en una herramienta que busca informar a las marcas y retailers.

Según Bates, en 1991, se evaluó el desempeño ambiental del algodón australiano y se encontró que la producción de una bala de algodón de regadío en 2019 requirió un 48% menos de agua y un 97% menos de insecticidas que en 1992.

Solo en los últimos cinco años (2014-2019), el uso de agua por bala se redujo un 9,4% y el uso de plaguicidas un 18,2%.

Estos son ejemplos que muestran que el uso de datos que tienen incluso 5 años podría ser también engañoso. Sin embargo, la mayor parte de los datos agrícolas aportados al índice de Higg son más antiguos que eso.

El Higg para la Alpaca, por ejemplo, establece: “Los buenos datos de representatividad en el tiempo no tienen más de 6 años con respecto a la fecha de lanzamiento o la última fecha de revisión”, pero los datos en sí, por lo que vale, provienen de una publicación de 2008 de la FAO “Lana y otras fibras animales en América del Sur”.

De manera similar, para la seda, Higg establece: «Los datos excelentes de representatividad temporal no tienen más de 4 años con respecto a la fecha de lanzamiento o la última fecha de revisión». Pero, como hemos visto, los datos de producción son de 100 agricultores en Tamil Nadu, en 2006.

4. Las metodología son diferentes

Desconocemos el abanico de estudios que utiliza Higg para construir el índice pero es importante que tengamos en cuenta que los resultados del ACV de diferentes estudios deben compararse con cautela, ya que no todos siguen la misma metodología o tienen un alcance similar.

Los estudios de ACV pueden diferir mucho entre ellos a nivel metodologógico y de supuestos lo que los puede hacer completamente incomparables y, mucho menos, agregables.

Veamos algunos casos.

  • Diferencias en la unidad funcional

Imagina que un estudio relaciona todos los impactos estudiados en el análisis a 1kg de fibra y el otro lo hace en relación a 1 prenda terminada.

Definitivamente se pueden realizar aproximaciones y esfuerzos matemáticos para intentar compararlos pero las comparaciones o, peor, las agregaciones, tienen muchas

 

  • Diferencia en el alcance de las fases del ACV

Como hemos visto antes, algunos estudios contemplan la fase de uso y otros no y también encontramos diferencias en los supuestos que se utilizan para hacer el estudio.

Por ejemplo un estudio puede suponer que una prenda se lava 20 veces en toda su vida útil y se seca al sol y otros asumen que se usa 10 veces y se seca en secadora. ¿De qué depende esto? Muchas veces, del espacio geográfico en el que la prenda se asume que se vende y se usa.

Definitivamente en España se puede secar, y se seca, mucha más ropa al sol que en Finlandia y es por eso que los estudios que consideran supuestos de uso en base a las condiciones de Finlandia, potencialmente pueden atribuir más impacto en emisiones de CO2 en la fase de uso que los que, potencialmente, podrían estar atribuyéndosele si se asume que la prenda se usa en España.

La industria de la lana lleva ya muchos años peleando con diferentes estudios científicos y buscando hacerlos comparables.

 

  • Diferencias en las condiciones de producción

Las condiciones de producción de una fibra son muy diferentes en cada lugar del mundo y según los diferentes métodos de producción.

Por ejemplo, en China, la producción de algodón tiene una huella de carbono 40% mayor que los textiles fabricados en Turquía o Europa y la producción de algodón en la India produce el doble de emisiones de CO2 que el cultivo de algodón orgánico en los Estados Unidos (conoce más información aquí).

Imagínate las variaciones en impactos que puede tener solo la producción de la lana si tenemos en cuenta que se produce lana en China (19% de la producción mundial); Australia (19%) y Nueva Zelanda (8%). Estos tres países juntos producen el 46% del total mundial.

Las condiciones climatológicas, de los ecosistemas, las necesidades de comida, agua, las técnicas de producción, y un sinfín de variables más, influyen en la definición de impactos de la fibra.

 

 

Estos  y otros aspectos metodológicos son fuente de muchísimas controversias.

Existen cuestionamientos a lo largo y ancho de toda la industria como diferentes actores financian y presentan estudios científicos en favor o en contra de una u otra fibra que rebaten argumentos que, en su opinión no son sustentables científicamente.

A pesar de la utilidad y el esfuerzo que está haciendo Higg para proporcionar una herramienta útil para la toma de decisiones, es importante que Higg considere tomar, como mínimo, las siguientes acciones de mejora para asegurarnos e que la herramienta es útil para todos y la exactitud de la información mejora constantemente:

  1. Publicar abiertamente la metodología general del Higg Index y los estudios que se están utilizando para la valoración de las fibras
  2. Actualizar constantemente con información disponible de los estudios científicos (peer-reviewed) realizados.
  3. Mencionar apuntes metodológicos o faltas de información considerables en las evaluaciones de cada material. Esto contribuirá a fomentar la investigación al respecto
  4. Buscar incluir el ciclo de vida completo de los materiales.

 

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Ester Xicota

Soy Ester Xicota y tengo más de 15 años apoyando organizaciones en su transición a la sostenibilidad. Trabajemos juntos para diseñar un plan de transformación a la sostenibilidad y la economía circular que sea rentable para tu empresa y positivo para la sociedad y el medio ambiente.

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