De la misma manera que en el cambio climático afecta a la industria de la moda, también la industria de la moda contribuye al cambio climático. Se dice que las emisiones de la industria superan el 8% de las emisiones globales. Tenemos grandes retos para conseguir una industria de la moda sostenible. Tú, como industrial, diseñador, estilista, retailer o responsable de marca, debes conocer bien los impactos del negocio para mejorar constantemente en este ámbito.
Antes de empezar, quiero darte una idea de cómo se mide el efecto de un producto o servicio en el cambio climático:
- Los impactos ambientales ocurren desde que se extraen las materias primas, pasando por la producción (tu trabajo), uso por parte del consumidor y desecho del producto. Esta es la perspectiva de Ciclo de Vida y asegura que cualquier acción que se implemente, no traspase simplemente los impactos a otras áreas del proceso productivo o zonas geográficas.
- Para analizar el impacto en el cambio climático se utiliza el indicador de CO2, de tal manera que se transforman las emisiones de todos los gases generados en todo el ciclo de vida del producto a kg o toneladas de CO2 equivalente. El resultado de esta contabilización es lo que se conoce por Huella de Carbono de un producto o servicio.
La contabilización de los impactos en todo el ciclo es una tarea complicada debido a la falta de datos de todos los productos y procesos involucrados en la producción de ropa. Algunos países y procesos tienen datos muy concretos pero, en la mayoría (Perú es uno de ellos), los inventarios de emisiones son casi inexistentes.
Aproximando un dato global, según un informe de la Universidad de Cambridge, por cada kilogramo de tejido textil producido globalmente se consume 0.6kg de petróleo equivalente y se emiten 2kg de Co2 a la atmósfera.
Veamos por partes los impactos en cada fase del ciclo de vida:
1. Cultivo y procesado de la fibra – Cuando escoges la tela
Simplificando mucho, tenemos básicamente tres tipos de fibras: las naturales, las artificiales y las sintéticas. Entre ellas, las más utilizadas son el algodón y el polyester (50% del total del consumo).
Cuando se analizan los datos comparando todos los impactos en la fase de producción de algodón y polyester (para simplificar el análisis), lo que queda claro es que, según los Análisis de Ciclo de Vida del sector, no hay un tipo de fibra que ofrezca el menor impacto ambiental en todas las categorías.
Cuando se utiliza algodón:
- El cultivo de algodón, en muchos lugares del mundo, hace un consumo intensivo de agua
- Consume combustibles fósiles para desarrollar los pesticidas, fertilizantes artificiales, teñido y acabados (limpiado, secado y planchado)
- El proceso de teñido y acabado tienen un impacto muy alto en energía y toxicidad. Se dice que el algodón requiere de un 72% más de energía que las fibras sintéticas en esta fase.
- Una alternativa viable es el algodón orgánico, que parece tener emisiones considerablemente más bajas en su fase de producción que el algodón tradicional. De todas maneras ya hay cuestionamientos serios al algodón orgánico.
Cuando decides usar polyester:
- Tiene un alto consumo de energía comparado con un producto natural, pero es el que menos consumo tiene entre las fibras sintéticas
- Es la fibra que menos agua consume entre todas
- Su fabricación está basada en petroquímicos, que son esencialmente insostenibles
- Tiene más durabilidad que una fibra natural
Por ello, antes que nada, debemos priorizar los impactos ambientales que más importancia tengan para nosotros o nuestro entorno. Seguidamente podremos decidir qué fibras queremos utilizar que cumplan estos objetivos.
2. Transporte – Para que llegue la ropa a las tiendas
En la industria textil, la producción y la venta están muy fragmentadas, es decir, hay multitud de pequeños actores. En cambio, las operaciones de compra internacional están muy concentradas (en las grandes cadenas de ropa).
Esto hace que el circuito de producción requiera mandar los productos a grandes distancias por aire, tierra y mar y que una misma prenda de varias vueltas al mundo en su proceso productivo.
En cada acción hay emisiones que son contabilizadas por el país que recibe la ganancia de la producción. La contabilización de estas emisiones es una tarea muy complicada.
Lo que sí es cierto es que la mayoría de marcas no producen sus prendas o productos directamente sino que contratan proveedores alrededor del mundo. Algunas de ellas pueden llegar a tener 2,000 fábricas en 50 países.
Lamentablemente, muchos de estos proveedores no cuentan con la tecnología ni los conocimientos necesarios para producir las prendas con una menor cantidad de emisiones de CO2 lo que no hace más que aumentar el impacto negativo de esta industria en el medio ambiente. Es necesario que las marcas empiecen a brindar apoyo a sus proveedores a través de capacitaciones en usos de nuevas tecnologías, líneas de financiamiento y mejoras en las instalaciones.
Ahora bien, podrías pensar que puedes buscar la forma de compensar tus emisiones de CO2 para así luchar contra el cambio climático. Sin embargo, esto podría no se la opción más efectiva. Te invito a conocer más aquí.
3. Fase de uso – Lo que impacta el producto cuando lo usa el cliente
Salgamos por un momento del entorno corporativo:
¿Has pensado alguna vez que cuando usas tu ropa, contribuyes al cambio climático? Cada vez que lavas y secas tu prenda estás consumiendo casi un 80% de la energía que se consume en todo el ciclo de vida de un producto textil.
¿Y en qué se consume esta energía? Cada vez que lavas, especialmente si lavas con agua caliente, consumes 2/3 de esta energía. Y si secas la ropa con una secadora, te comes el otro tercio.
O sea por cada kg de ropa que tienes en tu closet, consumes 0.048kg de petróleo y emites 1.6kg de CO2 a la atmósfera (cálculo hecho en base a los datos del informe de la Universidad de Cambridge).
En esta fase de lavado, tanto el algodón como el polyester pierden parte de su composición en forma de microfibras que acaban en ríos y océanos. Se estima que el 8,2% de las fibras oceánicas son sintéticas, siendo la mayoría celulósicas (79,5%) o de origen animal (12,3%).
Las fibras celulósicas tienen un tiempo de descomposición pero los microplásticos del polyester son eternos en los ecosistemas y se introducen en la cadena trófica.
Es más, algunos estudios sugieren que el solo hecho de llevar una prenda de polyester podría liberar más microfibras al medio ambiente que lavarla.
4.Residuos – Y cuando desechas la ropa, ¿qué pasa?
Los residuos textiles se producen en todo el ciclo del producto pero alrededor del 90% del residuo proviene del consumidor en el momento en que decide tirar su ropa.
La gran mayoría de esta ropa no se reúsa ni se recicla y acaba llenando los botaderos (disposición ilegal) y rellenos sanitarios.
Una vez ahí, el proceso de descomposición de los materiales no sintéticos genera metano (un gas con un potencial de impacto 20 veces mayor que el CO2).
Además, los materiales químicos que se han usado en el proceso de fabricación (tintes y otros) se filtran contaminando irremediablemente el suelo y las aguas residuales.
Pequeños y grandes, productores y consumidores debemos acelerar para reducir nuestro impacto y tratar también de convertirnos en empresas regenerativas.
¿Has pensado qué pasaría si cambiáramos la manera de hacer nuestra ropa? ¿Qué pasaría si usáramos nuevas fibras o prácticas agrícolas adaptadas a mitigar el cambio climático? ¿Cuál sería la consecuencia de lavar nuestras prendas de manera diferente? ¿Qué pasaría si no necesitáramos desechar la ropa y se pudiera reciclar para hacer nuevos productos?
Empezar a pensar en todos estos aspectos abre muchos interrogantes y trabajo adicional para todos nosotros. Pero, te diré un secreto: la sostenibilidad es una oportunidad increíble para innovar en tu negocio. Solo hay que tomar una nueva perspectiva y con ella verás un mundo lleno de oportunidades. !Y te prometo que será lo más divertido que has hecho en tu vida!
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